Su estación es el otoño, su fase lunar la luna menguante. Tiempo de recoger la cosecha, de iniciar la poda, de luz decreciente.
La Chamana conoce su sombra, se guía por su intuición, es libre, guerrera y sanadora.
Su fase del ciclo menstrual es la premenstrual: fase altamente creativa, de conexión con nuestro inconsciente, con nuestra herida y con nuestra verdad. La Chamana sabe sopesar, sabe separar el grano de la paja.
Es Persefone, Diosa griega que viaja al submundo y rige lo inconsciente, el mundo de los sueños, de lo invisible.
Es Kali, Diosa Hindu de la muerte y del renacer, protectora del espacio entre mundos y encarnación de la fuerza femenina, en su aspecto destructor corta y transforma lo viejo y trae libertad e integración.
Es Medusa, que en su representación monstruosa en la mitología griega nos invita a mirar lo “terrible” en nosotras y en los demás, a atravesar el miedo y a acoger el negativo. En ella descubrimos el poder de los misterios femeninos.
Es Lilith, Diosa de Oriente Medio, la primera mujer de la creación según algunos textos hebreos antiguos, que representa la mujer no sometida y la sexualidad femenina libre.
Su rito de paso es la menopausia, pasaje al poder y a la sabiduía. Ancestralmente las mujeres solo eran reconocidas como chamanas después del tránsito de la menopausia.
Nos invita a conocer y desplegar en nosotras a la Mujer Salvaje, enterrada durante siglos y siglos, para acceder a tesoros escondidos.