Su estación es el invierno, su fase lunar, la luna negra, época de hibernación, de quietud y de renovación.
La Anciana ha cultivado el don del silencio, la escucha, y el desapego. Sabe que en el vacío y en la muerte está la semilla de un renacimiento. Es sabia y visionaria.
Su fase del ciclo menstrual es la menstruación: fase de introspección, de descanso y de conexión con lo más profundo en nosotras, el lugar en donde las visiones creativas se gestan.
Es Hestia, la Diosa del hogar, cuidadora del mundo interior y del fuego sagrado, su símbolo es el círculo y nos lleva a la esencia.
Es Innana, antigua diosa sumeria, que abandona su lugar como ‘Reina del Cielo’ para bajar al submundo, encontrarse con su hermana Ereshkigal, y allí morir y renacer. Personifica el viaje de la heroína y del alma, hacia lo más profundo, para volver con el tesoro de la sabiduría.
Es Hécate, Diosa griega de la luna negra, guardiana de los cruces y de la intuición profunda, ofrece su sabiduría y guía para atravesar la oscuridad.
Es Ceridwen, Diosa galesa, guardiana del caldero de la inspiración y de la sabiduría, manifestación de la creatividad y destrucción universales en la transformación eterna.
Su rito de paso es la muerte y los tiempos de transición, pérdida y envejecimiento. Con la comprensión cíclica de la vida y la muerte, entendemos que sin desintegración no hay renovación.